EL PLAN B
Cualquiera fuese nuestro trabajo, todos deberíamos tener pensado un plan B.
Porque en la elección del cómo, hay en general sólo dos formas de trabajar.
El autónomo que se confía que ése Cliente
lo tendrá para toda la vida.
El empleado que supone que su puesto se
mantendrá a lo largo del tiempo hasta su jubilación.
Y sucede que no es así. Casi siempre no es
así.
Al Autónomo, se le queman los libros en
cualquier momento cuando el Cliente encuentra (en nuestro caso) un Arquitecto
que supone le brindará tan buen servicio como el que tiene, con unos honorarios
el 50% más baratos. Y ahí se le acabó al cliente el amor por su profesional. Y
al Arquitecto la seguridad que suponía tener a ese Cliente. Y se instala la
angustia del qué pasará.
Al empleado, muchas son las alternativas
que pueden sucederle. Que cambie el Jefe. Que al director no le guste su
trabajo. Que aparezca un enchufado, o que el/la Becario/a sea muy eficiente y…a la
calle.
Por eso sugiero que es imprescindible tener un plan B para intentar tener resuelto
el episodio.
Hay varias alternativas en las que una puede ser cambiar de especialidad,
porque nadie dice que debas hacer toda
tu vida lo mismo.
La situación anímica es distinta para el Autónomo, que para el Empleado. El primero tiene una
“cintura” especial, generada en esa inseguridad inherente a su decisión. Ser
libre incluye esa sensación de angustia entre trabajo y trabajo. Entre
Cliente y Cliente. Quien diga lo contrario es un mentiroso, nunca fue autónomo
o es un dotado con talento genial y jamás pasó por un bache. Pero por su decisión y formación inicial estará siempre
más dispuesto a soportar y recomenzar.
El Empleado tiene un hándicap notable en su contra,
porque pone en general su seguridad y su futuro en esa sola canasta. “Su”
empleo. Y supone que el trabajo será eterno y sufre cuando piensa que se le
puede cortar. El “qué pasará” es una angustia muy difícil de superar. Pero se
detiene cuando consigue un nuevo trabajo donde recomienza el proceso anterior.
Será para toda la vida…etcétera. Lo que es difícil, aunque no imposible, es que
intente convertirse en Autónomo. Se tienta con ser su “propio jefe” y a veces
hasta lo consigue. Pero está alerta y mira los anuncios a ver si encuentra
nuevamente el camino del ansiado “fin de mes”.
El autónomo es más “duro” por las causas
explicadas anteriormente. Aguantará, pero angustiado, hasta que se le abra el
telón y se le ilumine su futuro con algún nuevo trabajo. No se puede negar que
a veces hasta lo asalte la idea de conseguir un trabajo “que tenga fin de mes”,
pero durará poco. Apenas puede le gana “la libertad” y vuelve al ruedo con toda
fuerza.
En síntesis que ni de un lado ni del otro
tendrás el “cielo ganado”.
Convengamos que los temas de decisión son personales e inescrutables, como los caminos de Dios…
Lo que casi es una constante, es que los que
se deciden por una u otra forma de trabajar, suelen mantenerla a lo largo de
toda su vida.
Amables lectores, espero que estas simples
reflexiones sirvan para comprender en qué terminan las decisiones, cuáles son las
ventajas o desventajas de una u otra. Lo que no se debe perder cualquiera que
sea, es el objetivo que nos propusimos y nos haga más feliz. El trabajo es un
medio. El fin es vivir lo más tranquilo y lo más alegre posible, dentro de tus aspiraciones y pequeños/grandes logros.
Al menos es lo que yo pienso. Y lo
que me llevó a tomar la decisión de ser Autónomo hace aproximadamente 45 años lo explico más arriba.
Y no te olvides de tener siempre a mano un
Plan B. Seguro que en cualquier momento puede serte útil. ¡Coraje
y “al toro”!
Sigo desde hace tiempo su blog. Este es uno de los artículos más profundos, caracterizando la división de la decisión que se debe tomar ante el trabajo. Riesgos, beneficios, el tobogán de la vida. Muchos saludos.
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